martes, agosto 12, 2014

OBRA DE INGENIERÍA LLEVÓ AGUA A LA REFINERÍA Y ANTES A UN MOLINO

El estanque de concreto, a la entrada del fundo Coihueco. Al fondo, la calle Maipú.
El olvidado acueducto para transportar el agua desde el tranque hasta la puerta de Coihueco.
Para “lavar” azúcar cruda de caña, para hidratarla, formar un jarabe y permitir su cristalización en azúcar blanca, la refinería de Penco requería de grandes cantidades de agua. Y para obtenerla se valió del estero Penco, construyendo una tranque al interior del fundo Coihueco. El agua requerida por la industria azucarera era conducida desde ese embalse a un gran estanque de concreto a la entrada del fundo, donde se inicia la calle Penco Chico. El elemento se desplazaba por un canal construido sólidamente en ladrillos a lo largo de la falda del cerro paralelo al camino de Coihueco. Su extensión fue de alrededor de mil metros.
Manuel Suárez Braun, nieto de Egidio Braun, ex propietario del Molino Coihueco, observa el estado en que se halla el antiguo acueducto. Suárez es además integrante de la Sociedad de Historia de Penco.

Lo interesante de esta historia es que el acueducto o canal es de construcción anterior a los propósitos de la refinería. El agua que transportaba originalmente servía para accionar un molino de granos ubicado a la entrada del fundo. El molino Coihueco procesaba granos de las zonas de Coelemu, Ñipas y de los campos cercanos a Penco. Su ciclo de operaciones requería de dos carros ferroviarios de trigo y desde allí los productos: harina blanca, afrechillo, afrecho y harinilla era llevada a los mercados locales en carretas y, dependiendo del volumen y la demanda, se despachaba al ferrocarril para su distribución.
Esta fue la casa de don Egidio Braun, construida a comienzos de la década de 1930. Entonces estaba rodeada de jardines. Sin embargo, en los últimos años esos espacios se destinaron a nuevas construcciones.
 El molino Coihueco fue a comienzos del siglo XX un polo de actividad al final de la calle Maipú. Alrededor de los años 1933 ó 1934 el molino pasó a ser propiedad del ingeniero alemán Egidio Braun, quien a la sazón se había jubilado de la refinería.

El agua del estero acopiada en el estanque de material era llevada a la refinería por un tubo de gran diámetro. Pero, esta tarea no era fácil, porque había que remontar el cerro Membrillar para llegar finalmente a la refinería. Para cruzar esa elevación se hizo un túnel en calle O'Higgins. El agua era impelida por dos bombas eléctricas que operaban en Carrera esquina Penco y en calle O'Higgins a la subida del cerro. En la industria se la utilizaba para lavar el azúcar y al mismo tiempo para generar vapor a presión para mover la maquinaria. El consumo era espectacular. Junto con mover la industria, el elemento permitía generar energía eléctrica. Gran cantidad de ese recurso circulaba caliente por las cañerías industriales. Los trabajadores la usaban para ducharse o simplemente para tomar café. Pero, la empresa también necesitaba agua fría. Con el fin de reutilizarla a temperatura ambiente, empleaba una piscina de enfriamiento.
El imponente estanque se levanta a la entrada del fundo.
La mencionada piscina estaba al otro lado de la calle Roberto Ovalle, en la parte posterior del espacio que hoy ocupa la escuela República de Italia. Era un espectáculo pasar por esa calle y ver chorros de agua disparados al cielo con el propósito de reducir su temperatura. Una vez logrado ese propósito, el elemento regresaba a las cañerías y circulaba de nuevo por la red de la industria. El reciclaje del agua fue otra preocupación de la refinería, una práctica moderna que como tal se adelantó a su tiempo y que se expresó en Penco. 

Un aspecto similar a esta fotografía tenía la piscina de enfriamiento que funcionaba detrás del espacio que hoy ocupa la escuela República de Italia.
 

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