martes, julio 14, 2015

AQUEL EXTRAÑO QUE VENDÍA FICCIÓN PUERTA A PUERTA EN PENCO

Imagen genérica ilustrativa del tema tomada de internet.
            Recuerdo a ese personaje con toda claridad. No era un tipo de Penco, o sea, un desconocido. Se presentó en la casa saludando cortésmente y entregó un cuadernillo impreso en papel del diario. Hizo lo mismo en todas las casas de los vecinos. El hombre tendría unos 50 años, con barba de cuatro días, camisa sucia y una chaqueta como un impermeable tres cuarto. La piel de su cara era blanca, pero se la veía quemada por el sol o la bebida o por ambos… Dejaba los cuadernillos, se despedía y se retiraba…
          En realidad el cuadernillo de ocho páginas era el cebo. Se trataba del inicio de una novela cebollera y pegajosa que en Penco se vendía por partes o por capítulos. Luego de la introducción y cuando la historia comenzaba a tomar cuerpo y ponerse buena aparecía la palabra CONTINUARÁ en la última página. 
       Sin televisión y sólo con la radio, que emitía obras de radioteatro en cortos horarios, un cuento escrito leído por capítulos complementaba muy bien las tardes y las vacías noches penconas.
           A la semana siguiente se presentó de nuevo el extraño con más copias de cuadernillos, con los capítulos siguientes de la novela. Pero, esta vez había que pagar. Ése era el negocio. El hombre vendía ficción y la gente compraba.
       No era un precio caro poder seguir la lectura, pero con el tiempo, dependiendo de los capítulos, la cosa podría significar harto. Todos los vecinos que recibieron el primer ejemplar, adquirieron el capítulo siguiente. Y los "continuará" significaba que había que esperar al hombre hasta la semana siguiente. El extraño cumplía como un reloj, hasta que el negocio comenzó a decaer. Claro, porque los vecinos redujeron sus compras y los pocos que seguían comprando prestaban después los cuadernillos a los demás. Así, los viajes a Penco no resultaron atractivos para el desconocido y como era lógico dejó de venir; ya no se lo vio nunca más.
          Hasta ahí no más quedamos con la enternecedora historia de La Madrecita, una novela de María Teresa Borragán, nacida en Amusco (Palestina 1893) y fallecida en 1961 en México. Nacionalizada española, después se radicó en México. "La Madrecita" fue publicada en 1927. Muchas vecinas comentaban que las vicisitudes que tuvo que afrontar la protagonista en su vida eran para llorar a mares. Lo malo fue que el vecindario no conoció nunca el final, porque faltaban hartos capítulos cuando el vendedor dejó de venir. O sea, no supimos el desenlace de la novela y menos tuvimos alguna información del personaje que nos embelesó a todos con la venta de ilusiones…  

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