martes, septiembre 22, 2015

TERREMOTO DEL 27/F DESPLAZÓ A PENCO HACIA EL OESTE

Foto original del texto alemán, captada por I. Alvarado para Reuters. Escena registrada en Illapel.
NOTA DE LA EDITORIAL: Con el terremoto del 27f (2010) la ciudad de Concepción se desplazó tres metros hacia el oeste. Por tanto, con Penco ocurrió lo mismo. Incluimos, esta vez, un interesante análisis sobre nuestra terremoteada realidad publicado por www.dw.com (la televisión alemana). El texto es el siguiente:

          No hay otro país en América –como Chile que registre tantos terremotos y de tan alta intensidad. Un fenómeno natural que perdurará, debido a la colisión de las placas tectónicas que se rozan bajo el Pacífico. Un terremoto de magnitud 8,3 en la escala de Richter sacudió este 16 de septiembre a Chile y sus países vecinos dejando al menos 13 muertos y desatando un tsunami con olas de hasta cuatro metros que inundaron localidades costeras y obligaron a evacuar a miles de personas.
          El movimiento telúrico duró cerca de cuatro minutos y se convirtió en el quinto terremoto más potente en la historia del país, ubicado en la zona altamente sísmica del "Cinturón de Fuego" del Pacífico.
           Chile es, literalmente, un país en movimiento. Desde 1730 los institutos internacionales de sismología cuentan casi 30 terremotos con una intensidad cercana o superior a los 7,0 grados. “Nada anormal en la región”, dice a DW el sismólogo Karl Koch, del Instituto Federal para Ciencias Geológicas y Materias Primas (BGR), con sede en Hannover.
                                  Colisión de fuerzas
          “No en vano”, recuerda el científico alemán, “en Chile se produjo el terremoto más fuerte de todos los tiempos (del que se tiene registro) en el mundo, el de 1960 en Valdivia, que con una magnitud de 9,5 dejó 1.655 muertos. El terremoto del miércoles 16 de septiembre “también fue provocado por el movimiento de las placas tectónicas que chocan frente a la costa de Chile”, agrega Koch, quien explica que el suelo del Océano Pacífico ejerce tanta presión sobre el continente que se desliza bajo éste, unas veces más suave, otras más fuertemente.
             Gracias al berlinés Alfred Wegener, y su “teoría de la deriva continental”, el mundo puede entender hoy mejor por qué la Tierra se mueve. Este geólogo alemán descubrió que la Tierra no es una capa rígida sino que se compone de placas tectónicas que se mueven en una u otra dirección. Todos los países americanos con costas en el Pacífico experimentan, en mayor o menor grado, la actividad del llamado “cinturón de fuego”, una línea submarina a lo largo de la cual varias fuerzas tectónicas contrarias ejercen presión que se manifiesta en erupciones de lava y fuego o terremotos.
             Frente a las costas de Chile y el resto de América Latina es importante el hecho de que “la Placa Suramericana y su contraria, la Placa del Pacífico, se mueven a una velocidad de 6 a 8 centímetros, por año”, apunta Koch, para quien una de las claves de la magnitud de los terremotos depende justamente de la “velocidad relativa” con la que estas placas chocan.
             América viene de África y va rumbo a Asia
          “En resumen, Suramérica se desplaza hacia occidente unos 8 centímetros, cada año”, calcula el sismólogo Karl Koch, del BGR, una dependencia del ministerio alemán de Economía y Energía. Una cifra nada despreciable si se tiene en cuenta que cada siglo el continente americano se acerca a Asia en unos 8 metros.

Penco avanzó tres metros hacia el poniente en el terremoto del 2010, según expertos alemanes.
         Una muestra: sólo el terremoto de 2010, de magnitud 8,8 desplazó la ciudad de Concepción y otras poblaciones casi tres metros hacia el oeste, según el Instituto Geodésico alemán. También Santiago de Chile se corrió 30 centímetros en la misma dirección, Buenos Aires lo hizo en 2 centímetros y medio, así como las Islas Malvinas y varias ciudades costeras de Brasil también cambiaron su lugar en dirección oeste.
        Un viaje que no se a va a detener y que va a durar millones de años. Así como el alejamiento de América del Sur de África ha tomado su tiempo. “Como el terremoto de 1730, la tierra bajo América del Sur mantendrá su dinámica natural de alta y fuerte actividad sísmica”, concluye Koch.
          Hoy podemos predecir el tiempo y hasta el paso de un cometa, pero no un temblor o ni un terremoto. Aún así, el sismólogo Karl Koch parte del cálculo de que un terremoto como el que sacudió a Chile en 1960 es muy probable que se dé una sola vez en 100 años.
      Karl Koch reconoce, por último, que, en efecto, conocemos probablemente más el espacio que el propio corazón de la Tierra, por una razón: “Los fenómenos espaciales son más fáciles de medir por que tienen lugar ante nuestra vista, mientras la Tierra sigue siendo, en buena parte, impenetrable”.
                                 El terremoto más fuerte
              El mayor terremoto de la historia se produjo en Chile, como decíamos el 22 de mayo de 1960, con un 9,5 en la llamada escala sismológica de Richter. El último terremoto de magnitud similar en la región alcanzó los 8,8 grados y sucedió el 27 de febrero de 2010.
          En los Andes, los terremotos de naturaleza tectónica son algo frecuente: constituyen el 90 por ciento de todos los sismos que allí se suceden. Se trata del tipo de terremoto más peligroso y de mayor alcance. Su causa son choques de las placas terrestres entre sí.
       Otros tipos de terremotos son, por ejemplo, los de derrumbe, causados por la destrucción de cuevas, o los terremotos volcánicos, que son consecuencia de la erupción de un volcán. En estos casos, según la sismología, su alcance es marcadamente menor. En cambio los sismos más recientes en Chile, la fuerza que los provocó nació en las capas interiores de la Tierra.
                         En continuo movimiento
            El manto, la capa de la Tierra que se encuentra entre la corteza y el núcleo, está constituido por varios elementos: un par de placas oceánicas gigantescas, y varias placas continentales más pequeñas. Estas se mueven cada año unos centímetros: a veces se alejan las unas de las otras, o se aproximan, o incluso se empujan. Así se va moviendo el continente en la superficie. A esta dinámica se le conoce como tectónica de placas.
         El movimiento está impulsado por el flujo de roca en las profundidades de la Tierra. En este punto del planeta se alcanzan temperaturas de cerca de 5.000 grados centígrados. En comparación a la temperatura media de 0 grados que hay en la superficie, se trata de un cambio de temperatura enorme, y esto provoca diferencias de densidad en la roca, según explica Rainer Kind, del Centro de Investigación Geológica de Postdam en entrevista con DW.
       “La roca caliente va hacia arriba, mientras que la roca fría va hacia abajo. Esta dinámica en el interior de la Tierra es responsable también del continuo movimiento de las placas de la superficie, las placas continentales”, dice el sismólogo.
                Una central de calor que nunca se apaga
        La Tierra podría considerarse, según el experto, como una central de calor constantemente activa. A través del flujo de movimiento en sus profundidades se forman en su superficie nuevas montañas, se provocan erupciones volcánicas, y también se causan terremotos cuando las placas chocan entre sí.
        Los Andes, de hecho, no están ahí desde hace mucho tiempo – visto desde el punto de vista de la edad de la Tierra, claro-. Hace unos 150 millones de años, la placa oceánica Nazca chocó contra la placa continental sudamericana, y así comenzó a elevarse la roca caliente.
          Tras ello, pasaron varios millones de años hasta que las montañas alcanzaron su actual altitud, pero en realidad todavía no han llegado a su límite: la placa oceánica todavía se encuentra por debajo del continente, lo que significa que las montañas seguirán creciendo – y también seguirá habiendo terremotos a menudo.

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