sábado, noviembre 21, 2015

EL SOLAR QUE OCUPA EL MODERNO EDIFICIO PÚBLICO DE PENCO GUARDA UNA HISTORIA DE AMOR NUNCA CONTADA


Dos vistas de la misma esquina: Freire y Maipú. A la izquierda, el almacén y casa de las señoritas Ulloa en su fase terminal, hace ya muchos años. Se ven las dos puertas que daban al mismo negocio (foto de J.Robles). A la derecha, el nuevo edificio público que se levanta en ese mismo espacio. (Foto tomada de la cuenta de FB del alcalde V.H. Figueroa).

NOTA DE LA EDITORIAL: Agradecemos a Luis Méndez Briones, integrante de la Sociedad de Historia de Penco, por esta interesante colaboración.

RECORDANDO A LAS SEÑORITAS ULLOA

Luis Méndez Briones

 A pocas semanas de inaugurarse en nuestra querida comuna de Penco el nuevo edificio de los servicios públicos, en la esquina de las calles Freire y Maipú, vaya para ese lugar un especial recuerdo. 

Todos quienes superamos, a lo menos, las cuatro décadas, o como diría Joan Manuel Serrat, “aquellos que hace 20 años tienen 20 años”, llamábamos a esa esquina, la galería Ulloa, pues en Penco era el único establecimiento al que se podía entrar por una calle y salir por la otra, aunque para este transito mediaran unos pocos metros. El establecimiento era un almacén de propiedad de las señoritas Juana, Julia y Carmen Ulloa, tres hermanas herederas de una antigua y tradicional familia pencona. El almacén como tal tenía las típicas condiciones de un establecimiento de las primeras décadas del siglo XX, un poco oscuro por las gruesas murallas de la casona y dotado de cuanta cosa pudieran demandar sus siempre fieles clientes. Tanto o más importantes que el almacén eran sus dueñas y atentas dependientas. Juana siempre prolijamente maquillada y pintada y Julia su devota hermana, que no se ausentaba ningún domingo o fiesta de guardar en la misa parroquial.  

Para rememorar a Carmen, quien bien merecido tiene un párrafo aparte, aunque pocos o casi nadie la recuerde, pues nunca se le vio en el almacén, vale la pena relatar algo más de la familia. La propiedad tenía un huerto de árboles frutales en el interior y por el costado de la calle Freire una pequeña casa-departamento en donde las señoritas Ulloa tenían una escuelita básica en que una generación de niños aprendimos nuestras primeras letras. Por la devoción religiosa de Julia, los vecinos le llamaban pretenciosamente la “Universidad Católica”[1]. Quienes tuvieron el privilegio de estudiar sus primeros años en esa escuela, el suscrito entre ellos, recordarán que nos adentramos en las maravillas de la lectura gracias al “libro del ojo”[2]. Las maestras eran Julia y Carmen, quienes abnegadamente se esforzaban en enseñarnos los misterios de nuestra lengua escrita. Carmen, en nuestros recuerdos, era una guapa mujer, morena, de tez blanca y frondosa cabellera. Por la dulzura y cariño que nos prodigaba, los niños de entonces no imaginábamos el drama que le había llevado a enclaustrarse de por vida y no salir, nunca más, a la calle, ni menos dejarse ver por el almacén. El relato de nuestros mayores nos dio la respuesta, cobijaba en su corazón la pérdida de su joven amado, quien por mano del suicidio la dejó para siempre a causa de un frustrado noviazgo provocado por la férrea oposición familiar. Ella no expresaba rencor ni amargura, solo cariño a tantos niños que pasamos por esa aula. Seguramente había perdonado tan duro agravio, como hoy nosotros tampoco juzgamos aquella remota tristeza. El hecho ocurrió y sucedió aquí en Penco, como alguna vez ocurrió el drama de Shakespeare en “Romeo y Julieta” o “La casa de Bernarda Alba” de García Lorca. Ojalá los pencones recordemos a las señoritas Ulloa y seamos agradecidos de cuanto nos dieron a las generaciones de entonces.
El futurista edificio público de Freire y Maipú coloca a Penco en el siglo XXI. Sin embargo, allí estuvo por muchos años la casa de las señoritas Ulloa.  La recordadas damas gozaron del aprecio de la comunidad, pero muy pocos conocieron el drama amoroso que vivió una de ellas. (Foto tomada de la cuenta de Facebook del alcalde V.H. Figueroa).

[1] Había otra escuela similar en la calle Penco, subiendo casi al llegar a la calle Carrera, atendida por la Sra Lucy Saavedra, a cuya familia los vecinos llamaban “Los viva Chile”, razón por la cual su escuela era la “Universidad de Chile”.
 
[2] (También llamado Silabario Matte). Fue creado por el educador chileno Claudio Matte en 1884 y publicado en la ciudad de Leipzig en Alemania. El método didáctico que utiliza es fonético-analítico-sintético. El nombre real del texto era "Nuevo Método (Fonético-Analítico-Sintético) para la enseñanza simultánea de la lectura y la escritura” (Método Matte, Sociedad de Instrucción Primaria, Santiago de Chile.)
                                                                                                                      Penco, noviembre de 2015.-

4 comentarios:

Roberto Zuchel dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Roberto Zuchel dijo...

Una vez cuando pequeño -no tenía más de 6 o 7 años- fui con mi padre a comprar. Me acuerdo que ella, no recuerdo su nombre, conversaba con mi padre. En eso me mira y me pregunta que quería ser de grande, tampoco me acuerdo que le respondí, pero si lo que ella me dijo:
"Estudie medicina o para cura que son las dos únicas profesiones más respetadas".
No sé porque al día de hoy, aún tengo el recuerdo de esa escena en mi mente... piso de madera, un mesón grande, un mostrador, ella bien blanca por el maquillaje y muchas cosas para vender.

Unknown dijo...

No puedo dejar de reconocer que el edificio es hermoso; cada verano que iba a Penco, mirábamos la irresponsabilidad del intento de edificación, pero en mi caso personal cada vez que miraba y miraré es esquina volverán recuerdos de mi infancia cuando me mandaron a la “Escuela de las señoritas Ulloa” para que me aprendieran las tablas de multiplicar, lo maravilloso es que me las aprendí y a leer correctamente; más maravilloso aún y sin cobrar… Me gustaba mirarles la cara a las hermanas Ulloa: siempre “lisita,” brillante y con crema lechuga.
Aunque exista un edificio funcional para la comuna, este año cuando vaya nuevamente, veré la casa de las señoritas Ulloa.
Copiapó, 06 de diciembre de 2015.

Mauricio Osorio dijo...

Inolvidables recuerdos de mis tías, su cariño, sus maquillajes y su almacén.
Esa casa que fue de mis bisabuelos; como dijo mi madre, fue usada de la mejor forma que podía haber sido. Fue para Penco.