domingo, marzo 12, 2017

LA BAHÍA PROTEGE A PENCO DE GRANDES MAREJADAS

Foto tomada de canal 2 de tv de San Antonio, V Región.
            Cada vez son más frecuentes las alertas de la Armada sobre marejadas en nuestras costas. Sin embargo, en Penco, Lirquén y Tomé estamos libres --relativamente-- de estos fenómenos oceánicos que se manifiestan en el violento azote de las playas por olas de gran tamaño. No es que en la bahía no haya oleaje fuerte, simplemente son mucho más atenuados que en la costa desprotegida. ¡Qué decir de Talcahuano donde el mar apenas se riza! En tal sentido la bahía de Concepción está más o menos resguardada, salvo de los tsunamis. En esos casos, un mar caótico inunda grandes espacios tierra adentro minutos después de un terremoto que reúna las características para generar estas temidas salidas. Lo sabemos como sabemos también que estas manifestaciones de la Naturaleza, los maremotos, seguirán ocurriendo. Los tsunamis tienden a pasar rápido, después de la destrucción la tranquilidad vuelve de a poco interrumpida por las réplicas. 
        Las marejadas a las que nos referimos, sin embargo, duran varios días. Son comunes las imágenes de personas mojadas por allegarse demasiado a la orilla. Oímos también de otros menos afortunados que son arrastrados por el mar. Paseos y costaneras resultan destruidos por los impactos de estas olas. Pero, de lejos, constituyen un espectáculo.
Foto tomada de "Publimetro".
          En nuestros tiempos veíamos estas marejadas a la distancia. En la punta de Cocholgüe, unos 20 kilómetros al norte en línea recta desde la playa de Penco, se observaban estos golpes de mar. Era cosa de mirar a pleno día con atención como grandes masas de agua blanca se encumbraban por los aires alcanzando tal vez 20 ó 30 metros de altura. Así morían las grandes olas luego de estrellarse contra los roqueríos. Estas explosiones de espuma y lluvia se repetían constantemente. Podíamos estar un largo rato mirando el dele-que-suene de las marejadas allá a lo lejos. Dependiendo del sentido del viento y del punto de procedencia de las olas, el fenómeno también se manifestaba en la punta norte de la isla Quiriquina, aunque con menos frecuencia. En cambio, los acantilados de punta Cocholgüe eran la pantalla donde podíamos ver como chispazos las marejadas desde Penco.

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